Cuando hablamos de mosquitos, de forma habitual nos referimos a animales invertebrados, con un exoesqueleto de quitina que les protege el cuerpo (artrópodos), tres pares de patas (insectos), un par de alas (dípteros), que pertenecen a la familia Culicidae, y que característicamente tiene un aparato bucal con una estructura, la probóscide, capaz de picar y succionar líquidos, con la que se alimentan. Todos los artrópodos necesitan deshacerse del exoesqueleto de quitina para continuar su crecimiento, y lo hacen mediante un proceso de ecdisis o muda. Este proceso es biológicamente aprovechado para realizar cambios postembrionarios (metamorfosis), en el que los insectos completan su ciclo vital en diferentes etapas evolutivas, que pueden ser morfológicamente, muy similares entre ellas, o muy diferentes, como en el caso de los culícidos (huevo-larva-pupa y adulto), condición que les permite adaptaciones biológicas a diferentes medios; en mosquitos las larvas son acuáticas y los adultos aéreos, lo que supone una menor competencia por los recursos alimenticios entre las diferentes etapas del ciclo de vida.